Encontró la
flor de papel olvidada en el banco de la plaza. Tuvo deseos de agarrarla y
llevársela. Pensó en una larga vida deshojando
la flor de papel.
Y la dejó en
el lugar en el que la encontró.
La flor de
papel estaba destinada a disolverse en la lluvia, a desteñirse al sol, a
reciclarse en la hierba. La flor de papel tenía su propia vida, casi como una flor verdadera.
SI-WANG, EL DIBUJANTE
Si-Wang dibujó casi desde el momento mismo
de nacer.
Si-Wang salió un día al río. Atravesó la antigua aldea, bajó la pendiente
de la colina y llegó hasta la ribera. Vio las ondas irse hacia el mar y dibujó
sus reflejos.
Un año después Si-Wang vio que los cerros
de la opuesta margen se escondían en la
niebla. Entonces Si-Wang tomó su
trozo de carbón y dibujó la niebla y detrás los cerros.
Dos años más tarde, un pájaro se aventuró a cruzar los montes y pasar
delante de Si-Wang. Dos alas temblorosas aparecieron en el papel de Si-wang.
Pasaron mil años. Aquella tarde una hormiga trepó el pié de
Si-Wang, volvió a bajar y siguió su camino.
Si-Wang esbozó la hormiga, su pié inmóvil y apresó finalmente el
movimiento.
Sonrió.
Un día la muerte caminó delante de Si-Wang
y Si-Wang no la dibujó.
Era transparente.
DISCURSO SOBRE LA NATURALEZA
(Mariotte, 1676)
El suicida que se tira por una ventana
tiene ante sí un fragmento de terror (o de sufrimiento ante la inminencia de la
muerte) que posee una duración proporcional a la altura desde la cual se
arroja. Esta agonía, acotada con
exactitud, de tal manera que a nivel del mar corresponde a 1,41 segundos para 10 metros de altura y a
3,16 segundos para 50
metros y así siguiendo, es una agonía incoercible, que
se extiende a todo el período considerado y que puede suponerse aumentando
hacia su final, intensificándose hasta llegar al grito último, al golpe que
apaga todos los gritos.
Pero no es a esta visión harto trágica en
su destino manifiesto adonde quiero llegar sino al siguiente razonamiento: si
aumentamos la altura, es decir, la
distancia, estamos aumentando el tiempo -
cambiando el escenario- por lo que mediante una simple operación
aritmética entramos de lleno en tiempos compatibles con la vida humana digamos
"normal", de sobrevida, con el resto de vida que a muchos nos queda y
que nos semeja cada vez más a una agonía acotada, al acto inconscientemente
trágico de un suicida que no sabe que lo es.
Esto, esta caída libre desde no sabemos dónde
hasta no sabemos cuándo es todo con cuanto podemos contar.